El cartel criminal que secuestra a la República de Venezuela siempre ha tenido algo claro. Hacer uso del lenguaje como su principal arma en su búsqueda de someter a la población. Tanto, que hoy en día desenredar la confusión causada se hace difícil sin el uso de comillas: “Acuerdo de Paz” en vez de “Acuerdo Santos-Timochenko”, “justicia social” etc. Esa estrategia, tan subestimada en Venezuela por académicos, políticos, empresarios y población en general, les permitió llegar al poder en el ’98 por la institucionalidad democrática, para luego destruirla desde ahí.
Ideológicamente para el comunista, la palabra “Patria” no tiene el mismo significado que para nosotros tiene. “Colombia”, “Venezuela” etc, son nombres vacíos, que deben ser superados conformando un “Estado Proletario”, de ahí la cuestión de hablar de “Patria Obrera”. Por eso, para Nicolás Maduro, en su psique, no hay diferencia si nació en Colombia, o no. Son territorios a donde hay que aplicar una “revolución” (hacer reverso al orden político existente), a través de la “lucha de clases” (peleas creando divisiones artificiales entre quienes en un momento dado tienen, a veces solo en apariencia, activos y otros que no), para finalmente, en un sentido utópico, abolir el Estado. Es decir, lo que nosotros sí conocemos como “Venezuela”, o “Colombia”. O cualquier otro “país”.
En esa lógica, Nicolás Maduro jamás y nunca ha sido un vende patria, ni un traicionero a la patria, ni nada parecido. Creo, en mi opinión muy personal, que esto se pasa por alto al analizar el porqué fue designado por Hugo Chávez como su “sucesor” en el proyecto político de disolución de la República de Venezuela. Lo ha hecho a cabalidad.
Menciono el tema ideológico solo como referencia en el cómo usan el lenguaje como arma. Al final, es un cartel criminal que tiene, en esta oportunidad, su cuartel en Cuba.
Al intento en curso de disolución de la República de Venezuela, le frena una sociedad que, con su proceso propio, ha tenido que madurar a una velocidad que difícilmente encuentra otro paralelo en el mundo. Aunque no ha estado en “guerra” desde su independencia, arroja más asesinados que todos los estadounidenses fallecidos (civiles y militares) en la segunda Guerra Mundial. Una sociedad que hasta hace muy poco se consideraba entre las más alegres del mundo, vive una tragedia que impregna de dolor a quién sea que lleve su identidad, esté donde esté. Por este crecimiento, y sin escapar al significado del lenguaje, “Maduro” ha significado más que un nombre para los venezolanos.
¿Pero cómo es esto posible? Diría que la respuesta es muy fácil, nunca se entendió masivamente el problema. Nunca como ahora ha estado tan expuesto a la luz que Venezuela está tomada, por un ejército invasor, de una manera muy astuta que no obedece a lo que normalmente se conocía hasta ahora por “invasión”. Día a día, con cada secuestro que lleva aún en nuestros medios de comunicación el nombre de “detención”. Cada asedio que lleva el nombre de “allanamiento”, ha hecho despertar de súbito a millones de venezolanos que por diferentes razones, no consideraban real la invasión mencionada. No me sorprendió cuando la Fiscal General de la República, protagonista y posterior víctima del monstruo que ayudó a crear, se negó en declaraciones el día de ayer a llamarle “represión” a lo que bien sabe y conoce con el nombre correcto: “Terrorismo de Estado”. Esta Fiscal, que hace apenas tres años era protagonista y cómplice de los mismos crímenes que hoy reclama, llevó la delantera a la oposición oficial a este proyecto desde el primer momento en que decidió no seguir perteneciendo a él. Incluso, aupó a la Asamblea Nacional (opositora) a ser más enfática, enérgica. Les pidió que se convencieran que “no están en desacato”, frase utilizada por la fuerza invasora para referirse a la Asamblea Nacional del país invadido.
No hay posibilidad alguna de cohabitación con la fuerza invasora. Debe ser frenada y expulsada en seco, desde los primeros síntomas. Dejarlo avanzar en Venezuela fue un error que el mundo debe volver a aprender para no cometer de nuevo jamás. Si ocurriese en cinco años, la manipulación del lenguaje que se podrá usar por la tecnología disponible para ese momento será descomunal. Ni pruebas de audio, ni pruebas de video serán confiables, y el principal arma de los carteles criminales, tendrá una dimensión muy poderosa que puede causarnos dolor como guerras enteras. La excusa del comunismo no es la única amenaza. Y, agrego que para ese momento, la participación natural continua de la sociedad civil en redes de micro poder como hasta ahora no se han visto, será imprescindible. Eso se construye desde hoy.
Si no se disolviera la República de Venezuela, la hazaña de la venezolanidad tendrá tal magnitud, que no considero ni siquiera probable que no influya y repercuta para bien en el orden social de otros países. Y es que la intensidad de lo disputado es tal en Venezuela, que aunque al momento de escribir esta opinión sea muy reciente para comprobar, en años venideros, una nación recuperada de un intento de disolución a esta escala, con una población tan joven y creativa, en una época de internet e hiperconectividad, enriquecida de experiencias globales por la migración o por haberse quedado en casa, va haber tenido que hacer mucho para salvarse. Y ya lo ha hecho. La muestra de la consulta popular venezolana del 16 de Julio, auto organizada, sin medios, en dictadura, sin presupuesto, con rectores de universidades haciendo la función del Poder Electoral, y en más de 500 ciudades alrededor del mundo al mismo tiempo, con dos semanas de anuncio, es un ejemplo. Un ejemplo para el mundo de lo que es la venezolanidad. Lo que haya podido hacer o no la AN con eso, junto a la oposición oficial, es otra historia y no es parte de esta publicación.
En EE.UU. cuando el comunismo trató de invadirle a través de sus espacios, un hombre lo pudo ver con más claridad que los demás. Un “muchacho” como le diría con desdén aquí alguien rancio de la oposición oficial. Un muchacho de 22 años llamado Edgar Hoover, que tuvo que dedicarse con tanta intensidad a evitar que se extendiera lo que él consideraba que iba a ser un intento de disolución de su República, que estandarizó las prácticas que hoy conocemos para la investigación científica de crímenes. Tuvo que “inventar” una nueva “institución”, y abogar por su institucionalidad, o independencia de la emocionalidad del trabajador de turno. Tuvo que inventar el FBI, aunque los libros de historia puedan contar que lo hizo con otros.
Una conciencia cívica que dio toda su vida para una causa, como lo hizo Neomar Lander en las circunstancias que él vivió, junto a muchos otros mártires. Esta conciencia cívica, que se desarrolla a una velocidad impresionante en Venezuela en este momento, es el mejor activo que puede tener una sociedad. No es el dinero fiduciario, patentes, el terreno ocupado, o el grado académico de sus habitantes. Es esta consciencia, y no otra cosa, lo que impulsa a la humanidad a las fronteras de las sociedades que deseamos desde nuestra más profunda, y genuina, humanidad. No es otra cosa.
Así de grandes tienen que ser las soluciones ante la amenaza de estos proyectos políticos cuando atacan. Venezuela transita ese camino, y tengo claro y presente que dará grandes resultados para el mundo, aparte de su libertad.
Lo que conocemos como “Colombia” corre mucho peligro ahorita. Santos, es protagonista y cómplice. Aún cuando por razones tácticas actúe en apariencia como un aliado. Y carajos como el de este artículo, son los que hoy aplican el terrorismo de estado en Venezuela e intentan disolver la República.
Venezuela será libre, de eso no tengo la menor duda. Que, por favor, Colombia no deje avanzar a la fuerza de invasión que hoy tiene en casa, fuerza de invasión que va a querer pasar a la nuestra, de nuevo.
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Notas:
Estas líneas surgieron luego de leer un titular de una entrevista a uno de los criminales de la FARC, “Iván Marquez” (ni siquiera ese es su nombre, se llama Luciano Marín Arango). Invito a leer al criminal entrevistado en el artículo adjunto, sin la inocencia que en Venezuela premió antes de que fuese visible su triste tragedia.
http://bit.ly/2u1QbJP
Artículo del enlace:
“Queremos ser como Venezuela… ¡porque el chavismo es un ejemplo a seguir!”: Iván Márquez
www.elpulzo.com – Columnista: Mauricio Botero 2017/03/12
www.elpulzo.com – Columnista: Mauricio Botero 2017/03/12
Referencia muertes de Segunda Guerra Mundial:
http://www.infobae.com/2015/06/05/1733468-el-legado-la-revolucion-venezuela-252073-muertos-16-anos-regimen-chavista/
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